Dicen que lo mejor esta por venir. Siempre la esperanza, el entusiasmo y la ilusión es algo que se va construyendo con el tiempo y por lo general llega. ¿Pero cuánto tiempo hay que esperar para lograrlo? Quizás ciento veinte años sean suficientes. ¿Será este el mejor momento de la historia de Barracas Central? Decir que sí anula un poco lo que vendrá o por lo menos lo cuestiona, porque sabemos que la evolución, la renovación y las ganas están en plena marcha y no tienen intenciones de detenerse, por eso el futuro está llegando. ¿Pero también quién se atreve a decir que no? Que en estos 120 años hubo momentos épicos, cargados de hazañas, frustraciones y aquello fue lo memorable.
Tal vez eso piensen y sea injusto para aquellos que ya peinan canas o para tantos otros que ya no están, y que seguramente ellos fueron testigos también de muchos “mejores momentos” y no solamente fueron solo observadores, gran parte estuvieron involucrados como actores principales de esos logros a lo largo de esta historia.
Hoy resulta fácil saber de Barracas, hasta es casi imposible no escuchar hablar de nuestro Club, en el colectivo, en los bares, en los clubes o en cada asado futbolero que todavía se viven en el quincho. No siempre fue así, aquella época, menos dorada, más sufrida, con más derrotas que triunfos, con más llantos que alegrías fue una era donde lo global era derrotado por lo barrial.
Y ahí se levantó Barracas, bien de abajo. En esas esquinas con adoquines y con señoras sentadas en las puertas de sus casas, compartiendo en ronda algún mate. En esos baldíos que los pibes jugaban a la pelota y que los sábados los reunía en los tablones de Luna y Olavarría. El Club era eso, la semana en el barrio y los sábados en la tribuna. Ahí seguramente hubo algún hincha que no era muy tenido en cuenta por sus pares y repetía sábado tras sábado: “cuando cumplamos 120 años, vamos a jugar en el Monumental”. Casi con seguridad, siempre lo trataron de loco. Pero ese loco de fe intacta acertó y no solo se jugó en el Monumental, sino también en la Bombonera, en Rosario y en el Cilindro y en todas esas canchas que el trastornado soñó.
Y así se creció el “Guapo” desde Gardella, apellido ilustre en los inicios, hasta otro apellido que quedará marcado a fuego hasta la eternidad. Tapia es sinónimo de Barracas, no habrá forma de separarlo o de valorarlo de una forma que no sea parte fundamental de la historia barraqueña.
No somos los más grandes, tampoco los más convocantes, ni siquiera somos los más ganadores, pero somos especiales, somos genuinos, somos de barrio, de códigos, somos Guapos, somos de Barracas e hinchas de Central !!!
Felices 120 Años