Así de frío, así de seco. Lo leés y suena feo, triste. ¿Acaso cuando juntaste esos manguitos que te sirvieron para alquilar el primer departamento y te fuiste de la casa de tus viejos renunciaste a ellos? ¿Les dijiste "viejos renuncio, me voy?" Los hombres de bien no renuncian a su casa, se van pero siempre esa casa va a ser de ellos y Salvador Daniele es parte de Barracas. Trabajador, simpático, buena gente, humilde, con barrio y con recorrido. Ese que lo llevó a ser reconocido y respetado en todas las canchas que le tocó visitar y ni hablar de los clubes donde trabajó. Dejando una huella imborrable, siendo portador del reconocimiento unánime del mundo del fútbol. Y Barracas no es la excepción. ¿Cómo serlo no? Con todo lo que le dio al club primero como técnico, después como mánager y otra vez al frente de un plantel que supo conducir y llevar a la cúspide futbolística en la historia del club. El Gato es y será parte de la historia futbolística más rica del club, hacedor de la versión futbolística más hermosa y maravillosa que jamás ningún barraqueño podrá olvidar. Daniele no renunció, simplemente liberó un espacio para que de acá en más las cosas puedan estar un poco mejor. Para que en la casa de los viejos quede una pieza libre pero que siempre va a estar a disposición. Gracias es poco Viejo Lobo, cuando quieras ya sabés dónde estamos y no hace falta que toques timbre.